lunes, 22 de abril de 2013

Mujer en todo su esplendor


Siempre miraba a una chica que se subía a la misma micro que yo todas las mañanas. el problema era que nunca me podía ir sentado al lado de ella, ya que yo me subía antes y ella siempre elegía otro asiento que no fuera el de al lado mío. Yo lo único que quería era que algún día se sentara al lado mío para poder hablarle con más confianza. Un día en el que la iba mirando como cualquier mañana normal, chocó la micro en la que íbamos. Se tardaron treinta minutos en llevarnos al hospital. Entre todas las cosas que me hicieron para mantener mi salud estable, lo mejor que me pudieron hacer fue haber colocado mi cama justo al lado de la chica que siempre miraba. Tomé valor para hablarle, y cuando me disponía a hacerlo, me di cuenta que en mi boca tenía tres puntos. Las palabras que intentaba gesticular no se entendían, y cuando movía la boca me dolía mucho el labio. Para mi mala suerte, cuando me sacaron los puntos resultó que a la chica la habían dado de alta, solamente tenía una contusión en la cabeza.
                                  
A los días me dieron el alta, y siguiendo con mi rutina, en todo un mes no la vi en la micro. Al pasar el tiempo, una vez cuando iba camino al paradero la micro se me pasó, por lo cual tuve que correr a la otra esquina, ya que la micro se daba una vuelta y luego seguía su camino por donde pasaba antes. Apenas la alcancé y me subí, me senté en un asiento al lado de la ventana, y para sorpresa mía la chica que antes veía en la micro la vi saliendo en un auto desde una casa. Cuando llegué devuelta a mi hogar, fui a la casa en la cual había visto a la chica salir. Me armé de valor y toqué el timbre. No salió nadie, y me di cuenta que su casa estaba a la venta. Pensé que si no actuaba pronto, se iría y jamás la volvería a ver.

Fui como tres veces nuevamente a su casa, pero nunca nadie respondía. Un día, en la micro como siempre, cuando ésta pasó al lado de su casa, vi un camión de mudanzas sacando muebles de su casa. Me importaba poco llegar tarde a donde me dirigía, me bajé en el paradero siguiente y corrí a su casa. Como soy tan desgraciado, el camión ya iba saliendo, le hice señales para que se detuviera, pero no lo hizo. Vi la cara de la chica en el asiento del copiloto alejarse a tal punto de perderla de vista. Pero tal como un perdido en el desierto encuentra un oasis en medio de éste, encontré una billetera botada en el suelo. La recogí, registré los documentos y encontré su carnet. Se llamaba Scarlette. Entre el resto de sus documentos había un certificado de nacimiento y una tarjeta de escort de un motel. El certificado de nacimiento era de un tal Fernando. Tenía los mismos apellidos que ella, por lo cual supuse que sería su hermano. Todo cambió cuando me di cuenta que sus cédulas de identidad coincidían. Volví a ver la tarjeta del escort, y éste no era de mujeres cualquiera, sino que de mujeres bastante particulares.

Hasta el día de hoy no me han dado ganas de aunque sea hacer el intento de salir con una"chica".

domingo, 21 de abril de 2013

Una memoria emborrachada


Después de todo un día de estudios, esa noche habíamos ido a un bar para celebrar que el papá de Tomás había conseguido un nuevo trabajo luego de seis meses cesante. Su padre nos acompañaba a los cuatro a todas las fiestas y carretes, era el mejor amigo de su propio hijo. El tío se fue a las dos horas de que llegamos al bar, ya que el trabajo que había conseguido era de noche. Nosotros cuatro nos quedamos hasta las cinco de la mañana hasta que cerraron el local. Entre todas las cosas que nos ocurrieron, nos robaron las mochilas a todos, a mí y a Adrián nos robaron los celulares sin que nos diéramos cuenta, y con lo único que nos quedamos fue con nuestros documentos y con el celular de Tomás, aunque de mucho no sirvió ya que no tenía saldo.
              
Estábamos borrachos, no teníamos ni una pizca de dinero. Tirados a nuestra suerte en el Barrio Bellavista y viviendo todos en Ñuñoa no teníamos mucho que hacer más que caminar a nuestras casas. Entre los cuatro, el que peor estaba era Tomás. Había perdido la memoria de tanto beber, a pesar de que por ese momento no nos conocía seguía con nosotros porque le chamullamos que lo llevaríamos a un after hour. Adrián estaba con muletas y gracias a él avanzábamos poco y nada. Marcelo estaba un poco más lúcido, se había tomado dos roncola y estaba bastante “Happy”.Y yo estaba medianamente ebrio, pero lo bastante lúcido como para recordar la mayoría de los hechos que ocurrieron ese día.

Luego de que nos fuimos, cuando pasamos por Plaza Italia nos topamos con un grupo de neonazis que estaban golpeando a unas mujeres, que de mujeres no tenían más que la ropa. Adrián, como era bastante libertario para sus cosas, con muleta y todo salió a defender a las “mujeres” de su golpiza. Luego de esto tuve una laguna mental. Eso sí, recuerdo que todos nosotros menos Tomás, al que encontraríamos dos cuadras más al sur escondido detrás de unos basureros, estábamos adoloridos y con una que otra parte del cuerpo morada. También recuerdo que tenía un parte de Carabineros por beber en la vía pública. Lo más raro de todo esto, es que no sé cómo no amanecimos en los calabozos de la comisaría por estar bebiendo, o,en el peor de los casos, en el hospital de la golpiza que de seguro, los Carabineros nos salvaron supongo yo, nos debieron haber dado el grupo de neonazis. Lo importante es que seguíamos los cuatro intactos aún camino a nuestras casas.

Al rato de seguir caminando y dejar todo este altercado en segundo plano, a la altura de Avenida Matta y nuevamente en Irarrázabal, Marcelo se puso a vomitar. Me extrañé y le pregunté qué le pasaba. Me explicó que era porque antes de venir al bar le habían diagnosticado una úlcera, y al parecer estaba mal de eso. En todo caso, dudo que haya sido por eso, creo que era por el alcohol, a pesar deque tomó poco. En todo caso, bastante imbécil de su parte beber alcohol teniendo una úlcera.

Al pasar alrededor de una hora más de caminata, llegamos al Estadio Nacional, en el cual nos topamos con un grupo de hinchas de la Universidad de Chile que recién venían saliendo de un after hour ya que la noche del día anterior su equipo había ganado contra Santiago Wanderers. Fue en ese entonces que me enteré que Marcelo era Wanderino de corazón, así que les ofreció pelea. Fue una mala decisión de su parte, ya que ellos eran siete y nosotros dos, ya que Tomás al primer grito de guerra salía corriendo, y Adrián y Marcelo por las condiciones en las que se encontraban valían un medio cada uno. Entre dos tipos agarraron a Marcelo y empezaron a golpearlo. Tomás estaba estupefacto mirando hacia todos lados dando vueltas al lado de un paradero del Transantiago. No contaron que estaba mal del estómago, les vomitó encima de todos mientras lo golpeaban. En ese momento, Adrián aparece por detrás de los tipos golpeándolos con su muleta,dejando en la lona a casi la mitad de los tipos. Cuando el resto se fue a defender les propinó patadas y puñetazos uno por uno. Le pregunté que qué había sucedido con su pie, ya que se suponía que tenía un esguince, a lo que me responde que con el alcohol se le pasa el dolor y le da por recordar que años atrás había sido cinturón naranjo de karate.

Levantamos entre los dos a Marcelo, y cuando nos disponíamos a seguir caminando, nos dimos cuenta que Tomás estaba Hablando por celular. Me acerqué a él y le pregunté con quién hablaba, a lo cual me respondió que con su papá. Al parecer ya había recobrado la memoria. Cuando colgó nos dijo que su memoria volvió cuando vio la escultura del pilucho, al recordar que todos los días pasa por allí con su papá cuando éste lo pasa a dejar en su auto a la universidad. Le preguntamos que qué hacía hablando con su padre. Haber sabido que el trabajo que había conseguido era de conductor de radiotaxi en Rodrigo de Araya y que él con su hijo tenían plan para hablar gratis en sus celulares, nos hubiésemos ahorrado treinta mil pesos de un parte, un par de ojos morados por defender a unos travestis, una golpiza a causa del fútbol y un par de vómitos en medio de la calle. A los pocos minutos el papá de Tomás llegó a buscarnos. Nos dejó en nuestras respectivas casas y volvió a su trabajo.

A la mañana siguiente Llamé a los chicos para saber cómo estaban: Marcelo amaneció mejor del estómago, me dijo que se tomó un Omeprazol y se mejoró a las horas; Tomás salió con su padre al médico por el tema de su amnesia cuando bebe alcohol; Adrián amaneció con un dolor intenso en su pie, al parecer se le cortó un ligamento, y también partió al médico; Yo, amanecí con un ojo morado y una resaca de niveles interestelares.

Por unos cuantos de sus días

Amiga, tal vez estas no sean
Las mejores líneas que te escribiré
Ni las mejores palabras que te dedicaré.
Pero quiero que tengas en mente
Que ni el amor ni la amistad nos une
Sino que es mi propio sufrimiento
Que me tiene como masoquista.

Porque sé que nunca te tendré
Y que nunca me considerarás
De otra forma que no sea tu amigo.

Ojala cuando esté muerto
A mi lado alguien diga
Cuidado, allí se acerca
La que fue su asesina
La que le dio sufrimiento
La que le dejó estadía
En el purgatorio por el pecado
De suicidarse en forma figurativa.
En un momento me dijeron
Sabíamos que pasaría
Me pidieron que parara
Que no era su misiva
Que ella en lo único que actuaba
Era vivir su propia vida
Que ella vive en mi mente
Que la recuerdo día a día
Que no la sacaré fácilmente
De mi consciencia maldita

Lo único que yo quiero
Es que alguien en su vida
Me considere importante
Por unos cuantos de sus días

Porque sé que nunca te tendré
Y que nunca me considerarás
De otra forma que no sea tu amigo

Soy libre de escribir lo que quiera
Tengo rabia, y tengo derecho
A hacer lo que sea con tal de olvidarla
Incluso matarla, tal vez alabarla
O solo mantenerme al margen
O a seguir amandola en secreto
Que ni tan secreto es
O ver su rostro en el de otras mujeres
Que me toque amar algún día
pero en mucho menor medida
Ya que sólo a ella la amaré tanto

Porque sé que nunca te tendré
Y que nunca me considerarás
De otra forma que no sea tu amigo

Lo unico que yo quiero
Es que alguien en su vida
Me considere importante
Por unos cuantos de sus días